«Un día, el 9 de febrero de 1851, al lado del convento de Atocha, apareció un monstruo que vomitaba humo, sembraba fuego, bramaba cien veces más fuerte que el león del Retiro, hacía llegar un silbido a medio Madrid, arrastraba cincuenta carruajes en que cabía la carga de todos los simones de Madrid juntos y devoraba el espacio más que todos los tiros de mulas de Fernando VII desbocados; aquel día, que fue el de la inauguración del ferrocarril a Aranjuez, comenzó la decadencia de las galeras y las diligencias…» .
Fernández de los Rios, Cuía de Madrid, Madrid, 1876
En 1851 se construyó la estación de Atocha, o estación del Mediodía, que fue creada inialmente para unir Madrid con el Palacio Real de Aranjuez, siendo la Reina Isabel II la que inauguró tanto la estación como el primer viaje.
Este primer edificio fue muy modesto y se incendió parcialmente en 1863. Se plantearon muchos proyectos de renovación y finalmente, la «Compañía del Ferrocarril de Madrid a Zaragoza y Alicante» finalizó las obras y modificaciones inaugurando la actual estación en 1892.
La estación original estaba localizada 300m más alejada de Madrid, y cuando decidieron «acercarla» se encontraron con que la variación de desnivel era muy elevada. ¿Os habíais preguntado alguna vez porqué la estación parece hundida?
Esta nueva estación (hoy convertida a jardín tropical) es un claro ejemplo de la singular arquitectura del hierro de finales del siglo XIX, caracterizada por sus amplias estructuras de hierro y cristal. Es una gran nave en acero que cubre vías y andenes cerrada por un extremo, y dos edificios, paralelos a la citada nave, con los servicios de salida y llegada.
En uno de los extremos la nave va cerrada con una cortina «cuyo esqueleto lo forman hierros moldurados de sencillo y elegante dibujo, cubriendo los espacios libres con cristalería deslustrada». Esta es la fachada que mira a Madrid. En lo alto aparece rematada por dos feroces grifos y en el centro una bola del mundo con el correspondiente pararrayos. Abajo, el reloj.
BIBLIOGRAFÍA:
Las estaciones y la arquitectura del hierro de Madrid – Pedro Navascués
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